Los algoritmos del infierno: TikTok, narcoestética y la seducción algorítmica
- 27 mar
- 3 Min. de lectura

Por: Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Human & Nonhuman Communication Lab, Facultad de Comunicación, Universidad Anáhuac México
El cártel ya no silba desde las sierras, ahora canta desde la nube
No son las balas, ni siquiera la sangre, lo que hoy preocupa más a los especialistas en violencia. Es la estética. Es la melodía. Es el ritmo coreográfico de un video de 15 segundos que convierte al sicariato en aspiración y a la criminalidad en contenido digerible. El cartel como otras organizaciones del narcotráfico, ha entendido que su músculo ya no solo se mide en armas, sino en likes.
La reciente desactivación de 39 cuentas de TikTok vinculadas al Cartel por parte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana confirma lo que desde hace años advertimos en los estudios de comunicación criminal: los grupos armados han dejado de esconderse. Ahora se venden.
Y lo hacen mejor que cualquier influencer.
No es sólo un fenómeno de seguridad. Es una intersección crítica entre juventud, precariedad, algoritmos y promesas simbólicas de pertenencia. TikTok, que nació como un espacio de autoexpresión juvenil, se ha convertido también en un mercado negro de sueños rotos.
De la narrativa al reclutamiento: una coreografía de la seducción
Los videos donde se ofrece “trabajo con buena paga, comida y alojamiento” no son campañas aisladas. Son el nuevo dispositivo de captación. Su target: jóvenes de entre 18 y 25 años, marginados del sistema laboral formal, seducidos por la estética del poder fácil. Las empresas criminales se han sofisticado semióticamente: autos de lujo, narcocorridos, armas relucientes, billetes apilados como tótems del éxito rápido.
Guy Debord ya nos había alertado: el espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediada por imágenes (Debord, 1967). Aquí, la relación es todavía más brutal: la violencia mediada por el deseo de reconocimiento.
No se trata de reclutar sicarios. Se trata de vender una idea de futuro. En un país donde los discursos institucionales han fracasado en entusiasmar a la juventud, los cárteles han llenado ese vacío con narrativas aspiracionales más eficaces que cualquier campaña de inclusión social.
El algoritmo como cómplice no intencional
TikTok no es el culpable. Pero su diseño lo vuelve funcional a la lógica del crimen organizado. Las plataformas, regidas por un algoritmo que privilegia la viralidad sobre la ética, terminan promoviendo contenidos peligrosos si estos generan interacción.
Marshall McLuhan insistía en que “el medio es el mensaje”, pero también lo es su lógica operativa (McLuhan, 1964). Cuando el medio premia lo espectacular, no distingue entre un tutorial de maquillaje y una invitación a sumarse al narco. Ambos se montan en la misma ola de interacción.
Los esfuerzos de eliminación de cuentas son necesarios, pero insuficientes. Porque cada cuenta eliminada da lugar a otra, más sofisticada, más críptica, más “cool”. El narco aprendió a hablar en hashtags, a disfrazarse de oportunidad, a apropiarse del lenguaje visual de la red para construir un nuevo modelo de consumo simbólico: el narcoinfluencer.
¿Cómo se combate una promesa?
Las autoridades han apostado por la vigilancia. Pero los algoritmos no se combaten con rondines. El narco no está sólo en los sembradíos o en las armas, sino en las pantallas, los stories, los duets. Y en una sociedad que ha perdido la capacidad de imaginar futuros posibles, cada video de TikTok se vuelve una puerta abierta al infierno, adornada con filtros.
Este fenómeno exige una respuesta no sólo policial, sino cultural. La disputa no es por la seguridad pública, es por el relato. Por el sentido. Por la identidad de miles de jóvenes que buscan reconocimiento, comunidad, pertenencia.
Porque mientras el Estado ofrece silencio o burocracia, el narco ofrece voz, visibilidad y estatus. Y lo hace en el lenguaje que la juventud sí entiende: el de la viralidad.
Referencias:
Debord, G. (1967). La société du spectacle. Buchet-Chastel.
McLuhan, M. (1964). Understanding Media: The Extensions of Man. McGraw-Hill.
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