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¿Y qué con los jóvenes? Crisis en la comunicación.

  • 20 may
  • 3 Min. de lectura

Mtro. Josu Garritz Alcalá



Director de la Facultad de Comunicación. Universidad Anáhuac México.



Byung-Chul Han ve una fragmentación de la experiencia y la pérdida de narrativas coherentes y significativas que llevan al agotamiento y a la dificultad para encontrar sentido y continuidad en la vida.


En mi texto anterior mencioné que el WEF (Foro Económico Mundial) ha puesto como los elementos de mayor riesgo a nivel global durante los dos siguientes años a la desinformación y el malinformar.


Me parece justo decir que esto no es nuevo, de hecho, ambas prácticas llevan mucho tiempo en el maletín de herramientas manipuladoras de élites, poderes y demás grupos interesados en sacar ventaja vs sus “otros”.


El problema actual, y es lo que está viendo el WEF, es que hoy el alcance del uso de estas prácticas es global y masivo, impactando fuertemente a muchos, principalmente jóvenes y en diferentes campos sociales: Influencia en procesos electorales, polarizaciones, radicalizaciones, censura y un largo y tétrico etc.


Pero ¿qué tanto esto afecta a los jóvenes realmente?, qué tal si aderezamos la “alerta” del WEF con algunas de las reflexiones del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, radicado en Alemania y quien tiene una posición crítica sobre la sociedad contemporánea y el mundo digital.


Para Han, vivimos en un mundo hiperconectado que está transformando las interacciones humanas, promoviendo una superficialidad en las relaciones y una obsesión por la autoexposición y la autooptimización. Esto genera una sobrecarga de información y lleva a un estado de distracción constante, afectando la capacidad de concentración y reflexión profunda. En mis palabras, esto reduce al mínimo la capacidad del sentido crítico y la razón abierta. No hay cuestionamiento, hay seguimiento ciego.


Han señala que la sociedad actual está marcada, por un lado, por una ética del rendimiento que genera la autoexplotación del individuo y por el otro, una búsqueda constate de aprobación y validación a través de “likes” y seguidores que fomenta una autoestima frágil y dependiente de la validación externa. Esto puede crear ansiedad, depresión y un sentido de insuficiencia, sobre todo en los jóvenes.


En la actual condición cultural, Han ve una fragmentación de la experiencia y la pérdida de narrativas coherentes y significativas que llevan al agotamiento y a la dificultad para encontrar sentido y continuidad en la vida.


Todo lo anterior erosiona en las nuevas generaciones la confianza en todo, en la autoridad, las instituciones y los medios de comunicación, impidiendo la construcción de una base sólida sobre la cual desarrollen conocimiento y valores. Cabe mencionar que muchas de las instituciones mencionadas, poco han hecho también por merecer esa confianza. Esto da para mucho y lo iré abordando en siguientes artículos.


Sabemos qué es lo que sucede con individuos y sociedades sin bases de conocimiento ni una estructura de valores sólida: son presas fáciles de ideologías, consumismos y manipulaciones rampantes.


La alerta del Fondo Económico Mundial ante lo expuesto hace sentido, ¿no crees?


Nosotros como comunicadores y comunicólogos, ¿qué podemos / debemos hacer al respecto?


Podríamos explorar estrategias para promover la alfabetización mediática, fomentar el pensamiento crítico en las plataformas digitales, o diseñar campañas de información que contrarresten la desinformación y promuevan una comprensión más profunda de los temas.


¿Cuál es la importancia de la educación formal e informal en el desarrollo de una sociedad más informada y menos susceptible a la manipulación?


Fomentemos la educación en pensamiento crítico, comprensión mediática y ética de la información como claves para fortalecer las defensas intelectuales y emocionales de las generaciones futuras.


¿Qué colaboraciones multidisciplinarias debemos de crear para abordar estos desafíos?


Escuchémonos.


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