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La inteligencia artificial y el periodismo: entre la eficiencia algorítmica y la ética del sentido

  • hace 4 días
  • 4 Min. de lectura
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Por Dra. Andrómeda Martínez Nemecio


La revolución digital ha alcanzado al periodismo con una fuerza que transforma no solo sus rutinas, sino su esencia. En este nuevo ecosistema informativo, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en el motor invisible de una parte significativa de la producción periodística. El artículo de Illescas Reinoso, Palacios y Ortiz Vizuete (2025) analiza con precisión este fenómeno, mostrando cómo las herramientas basadas en IA ya no son un complemento, sino una estructura de trabajo integrada en los medios. Sin embargo, en el entusiasmo por la eficiencia y la automatización, corremos el riesgo de olvidar la dimensión ética y humana del oficio de informar.


Como señalan los autores, la IA “automatiza tareas periodísticas, optimiza flujos de trabajo y redefine la generación de contenido mediante algoritmos avanzados” (Illescas Reinoso et al., 2025, p. 2354). Este avance, que en principio parece una oportunidad para mejorar la productividad, plantea interrogantes esenciales sobre la identidad del periodista y el futuro de la credibilidad informativa. Si una máquina puede producir un boletín en segundos, ¿qué lugar ocupa la sensibilidad, la intuición o la interpretación crítica que solo puede ofrecer una mente humana?


La automatización de contenidos —presente en casos como Heliograf en The Washington Post o Wordsmith de Associated Press— ha demostrado que la IA puede ser eficaz en coberturas rutinarias, como deportes, finanzas o elecciones (Ufarte & Manfredi, 2019). No obstante, esta precisión algorítmica corre el riesgo de deshumanizar el relato periodístico. El dato reemplaza al contexto, la estadística al testimonio, y la velocidad se impone sobre la reflexión. En palabras de Túñez, Fieiras y Vaz (2021), la IA “está modificando la estructura de las redacciones, los productos y el perfil profesional de los periodistas” (p. 178), una transformación que, aunque inevitable, requiere una mirada crítica para no convertir la objetividad en frialdad informativa.


El estudio de Illescas Reinoso et al. (2025) también subraya la proliferación de herramientas como Copy.ai, Jasper, Writesonic o DeepL, que asisten en la redacción, traducción o diseño visual de los contenidos. Estas plataformas, más allá de su utilidad, evidencian un cambio de paradigma: el periodista contemporáneo debe ser, además de narrador, un gestor de tecnologías. La profesión demanda hoy habilidades en machine learning, análisis de datos y programación, pero también una ética reforzada que permita discernir cuándo el algoritmo debe ser herramienta y cuándo amenaza.


El desafío es doble: técnico y moral. Sanahuja y López (2021) advierten que la IA en el periodismo “debe regirse por los principios de transparencia, explicabilidad y rendición de cuentas” (p. 437). En otras palabras, los periodistas no solo deben comprender las tecnologías que utilizan, sino también explicarlas y fiscalizarlas. La trazabilidad de los algoritmos —saber quién los diseñó, con qué sesgos y para qué propósito— se convierte en un acto de responsabilidad pública. En un tiempo donde los sistemas de recomendación personalizan la información según nuestros hábitos digitales, la neutralidad tecnológica es una ilusión peligrosa.


No obstante, reducir la discusión a una oposición entre humanos y máquinas sería simplificar un proceso complejo. Como señala Domingo (2018), la IA no elimina el periodismo, lo redefine. Libera al periodista de las tareas mecánicas para concentrarlo en la interpretación, la contextualización y la narración de historias que conecten con lo humano. La tecnología, bien utilizada, puede ser una aliada del pensamiento crítico. Pero para ello, los medios deben invertir en formación, interdisciplinariedad y ética, como recomiendan Illescas Reinoso et al. (2025) en sus conclusiones.


El periodismo del futuro no dependerá únicamente del dominio técnico, sino de la capacidad de resistir la automatización del criterio. La IA puede procesar datos, pero no puede sentir la injusticia. Puede detectar patrones, pero no puede conmoverse ante una tragedia. En la búsqueda de eficiencia, el periodista no debe renunciar a su misión más profunda: dotar de sentido a la información, contextualizar los hechos y recordar que detrás de cada algoritmo hay una sociedad que necesita comprenderse a sí misma.


En definitiva, la incorporación de la inteligencia artificial al periodismo es inevitable, pero su legitimidad dependerá del uso ético y crítico que los profesionales hagan de ella. La noticia seguirá siendo una construcción humana mientras exista alguien dispuesto a preguntar por qué. Y esa pregunta —la más esencial del oficio— aún no puede formularla ninguna máquina.



Referencias


Domingo, D. (2018). The impact of artificial intelligence on journalism: Reassessing the history and future of the profession. Digital Journalism, 1–15.


Illescas Reinoso, D., Palacios, A. G., & Ortiz Vizuete, F. (2025). La inteligencia artificial en el periodismo: herramientas y aplicaciones. LATAM Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades, 6(1), 2354–2375. https://doi.org/10.56712/latam.v6i1.3503


Sanahuja, R., & López, P. (2021). Ámbitos de aplicación periodística de la inteligencia artificial: Mapa conceptual, funciones profesionales y tendencias en desarrollo en el contexto de la pandemia global de la Covid-19. Razón y Palabra, 25(112), 432–449.


Túñez, J., Fieiras, C., & Vaz, M. (2021). Impacto de la inteligencia artificial en el periodismo: transformaciones en la empresa, los productos, los contenidos y el perfil profesional. Communication & Society, 34(1), 177–193.


Ufarte, M. J., & Manfredi, J. L. (2019). Algoritmos y bots aplicados al periodismo. El caso de Narrativa, inteligencia artificial: estructura, producción y calidad informativa. Doxa Comunicación, 29, 213–233.

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