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La IA "shitpostera": ¿Revolución del contenido on-demand en placer, entretenimiento y sexualidad?

  • hace 3 horas
  • 5 Min. de lectura
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Dr. Jorge Russ


La IA domina el "shitposting" en video: En los últimos meses hemos visto un salto sorprendente en la capacidad de las inteligencias artificiales para generar videos cortos a partir de texto. Un ejemplo emblemático es Sora 2 de OpenAI, un modelo que toma una descripción escrita y produce un clip de video con imágenes realistas, personas hablando y sonido sincronizado en cuestión de minutos o segundosopenai.com. Esto significa que la IA puede hacer "shitposts" – esos videos o memes absurdos y humorísticos de internet – de forma casi instantánea y con calidad cada vez más alta. ¿En qué cambia esto el panorama de la creación de contenido bajo demanda en áreas como el entretenimiento, el placer o la sexualidad? A continuación resumimos las principales transformaciones que podríamos esperar.


Entretenimiento exprés y memes infinitos

La creación de videos solía requerir cámaras, actores o al menos varias horas de edición. Ahora, cualquier persona con acceso a un generador como Sora 2 puede producir un video corto solo con escribir una idea. Esto abre la puerta a un torrente de contenido generado por usuarios. Las redes sociales pronto podrían llenarse de clips virales hechos por IA: escenas locas, parodias de películas, chistes visuales con famosos (o con tus propios amigos como protagonistas). De hecho, la app móvil Sora funciona como un TikTok de deepfakes: tiene un feed donde la gente comparte videos creados con la IA, muchos de ellos usando caras de conocidos o celebridades en situaciones disparatadas. La IA básicamente está automatizando el humor de internet. Por ejemplo, ya circulan clips generados donde el CEO de OpenAI (Sam Altman) aparece robando una GPU en una tienda, con voz simulada suplicando que lo dejen quedársela – un shitpost digno de cualquier meme, creado enteramente por algoritmos.

Para los creadores de contenido, esto significa una democratización: ya no necesitas presupuesto ni grandes habilidades para hacer un video divertido o creativo. Veremos una explosión de nuevos creadores y formatos. Pero también habrá saturación: si cualquiera puede generar diez memes en una tarde, el volumen de estímulos en nuestros feeds será abrumador. Esto podría acentuar la competencia por la atención instantánea, con contenidos cada vez más cortos, llamativos y, quizás, absurdos. La cultura del meme evolucionará rápidamente cuando la IA permita iterar bromas visuales en segundos. ¿El lado negativo? Distinguir realidad de ficción se vuelve más difícil. Un video falso bien hecho puede engañar al ojo casual. Las propias apps lo advierten – “algunos videos mostrarán a gente conocida, pero las acciones no son reales”, avisa Sora – pero en la práctica tendremos que acostumbrarnos a cuestionar lo que vemos en pantalla. Es probable que la novedad también venga acompañada de nuevas reglas: plataformas estableciendo políticas sobre deepfakes, o etiquetas que indiquen "Generado por IA" en ciertos videos, para evitar malentendidos o usos maliciosos.


Placer bajo demanda: ¿el futuro del contenido para adultos?

El entretenimiento no es el único terreno. La sexualidad y el contenido para adultos también están en la mira de la IA generativa. Hasta ahora, los principales modelos (como Sora) bloquean contenido sexual explícito por motivos de seguridad y ética. Sin embargo, es un secreto a voces que la misma tecnología puede emplearse –y de hecho ya se emplea en círculos menos regulados– para generar porno a la carta. ¿Qué pasará cuando cualquiera pueda pedir "muéstrame una escena erótica con dos personajes con tales características en tal escenario" y obtener un video realista personalizado? Algunos expertos pronostican una revolución: se estima que en pocos años más del 90% de la pornografía consumida podría ser creada por IA. El contenido erótico sería prácticamente on demand, moldeado al gusto exacto del consumidor.


Esto podría traer ciertos beneficios, como reducir la necesidad de producir porno con actores reales (con todos los problemas de explotación que esa industria conlleva). También permitiría a la gente explorar fantasías de forma privada y segura. Pero no todo es positivo: la facilidad y personalización extrema pueden llevar a excesos y riesgos psicológicos. La experiencia nos dice que cuando el cerebro tiene acceso infinito a placer inmediato, puede desensibilizarse. En otras palabras, si la IA te muestra exactamente lo que te estimula cada vez, es posible que con el tiempo necesites cosas más intensas o más extrañas para no aburrirte. Ya ocurre con los algoritmos de las redes sociales y el scroll infinito, que nos enganchan dándonos siempre más de lo que nos gusta. Con el porno personalizado podría ser similar o más intenso. De hecho, ya se habla de usuarios que podrían terminar prefiriendo la estimulación virtual sobre la real, porque la primera es perfecta, ilimitada y bajo control. Surge una pregunta importante: ¿cómo afectará esto a las relaciones y a la satisfacción real?. Por ejemplo, si alguien se acostumbra a ver solo contenido hecho a su medida, tal vez las interacciones íntimas con otra persona –siempre más impredecibles– le resulten menos excitantes.


También está el problema de los deepfakes sexuales no consentidos: con estas herramientas, cualquiera podría falsificar videos íntimos de otra persona (un/a ex pareja, o incluso famosos) y causar daño. Ya no hace falta ni material original: la IA puede generar personas y actos ficticios muy convincentes, y eso plantea serios dilemas de privacidad y ética. En resumen, la sexualidad aumentada por IA promete ser un campo de enorme cambio, combinando comodidad y riesgo. Probablemente veremos plataformas intentando poner límites (por ejemplo, verificando edades, vetando ciertos contenidos extremos) mientras por otro lado surgen versiones clandestinas sin restricciones. La sociedad tendrá que debatir dónde trazar la línea entre fantasía privada y daño público en esta nueva frontera digital del placer.


Creatividad sin límites... ¿y sin humanos?

Por último, cabe una reflexión más filosófica: ¿qué significan la creatividad y la realidad en este contexto? Si los algoritmos pueden generar prácticamente cualquier escena imaginable, estamos entrando en territorio de "realidad simulada" a voluntad. Cosas que antes solo existían en nuestra mente o en la ficción ahora pueden tomar la forma de un video realista. Esto difumina las fronteras: lo que vemos deja de ser prueba de que algo ocurrió. Vamos a vivir rodeados de simulaciones audiovisuales. Algunos pensadores mencionan el término hiperrealidad –cuando las simulaciones son tan comunes que la realidad original importa menos–, y es muy pertinente aquíPor ejemplo, pronto podría ser normal que para felicitarte en tu cumpleaños tus amigos te envíen un video donde tú mismo apareces viajando al espacio o ganando un Óscar, todo generado por IA a modo de chiste cariñoso. Nuestra imagen personal, nuestra memoria colectiva, podrían llenarse de estas pequeñas ficciones verosímiles.

Además, la manera en que se crea contenido cambiará nuestro rol.


Pasaremos de ser espectadores a ser participantes activos o co-creadores. Ya hoy, la app Sora te invita literalmente a meterte dentro de los videos: puedes grabar tu cara y voz y la IA te inserta en cualquier historia. Esto convierte la creación audiovisual en una especie de diálogo entre el usuario y la máquina. En lugar de que un director o productor decida todo, tú le dices a la IA qué quieres ver y ella hace el trabajo pesado. La creatividad humana seguirá siendo clave en idear conceptos, pero la ejecución será automática. ¿Es esto algo bueno? Por un lado, sí: liberará muchísima creatividad dormida en gente que no tenía medios técnicos. Veremos una explosión de historias, universos y experimentos visuales. Por otro lado, surge cierta preocupación por el valor de lo auténtico. Si cualquier obra puede generarse apretando un botón, quizás empecemos a valorar más aquellas experiencias "reales": ir al teatro a ver actores de carne y hueso, conciertos en vivo, o el arte hecho a mano. O tal vez no; tal vez nos acostumbremos a consumir y a emocionarnos con contenido generado y nos dé igual su origen. Después de todo, si un video te hace reír o llorar, ¿importa si lo creó una persona o una IA? Se abre el debate.

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