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La creatividad como biotopo: defensa de una especie en peligro en la era sintética

  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura


Por: Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Human & Nonhuman Communication Lab, Facultad de Comunicación, Universidad Anáhuac México


Hay una verdad elusiva que empieza a emerger entre los escombros de la hiperproductividad algorítmica: la creatividad humana, ese acto lento, personal, costoso, frágil y vital, es hoy un recurso en peligro de extinción. No se trata ya de debatir si la inteligencia artificial reemplazará al artista o al programador, sino de advertir que podría borrar las huellas de la humanidad como agente narrativo en el paisaje digital. El problema no es que las máquinas creen, sino que aprendan a hacerlo vaciando nuestra memoria cultural y llenando el mundo de pálidas imitaciones.


El ensayo de Benj Edwards (In the age of AI, we must protect human creativity as a natural resource, 2025), desde una mirada crítica y lúcida, plantea una hipótesis alarmante: estamos extrayendo del reservorio creativo humano sin estrategia de regeneración, como si la imaginación colectiva fuera una cantera infinita. Pero como advirtió hace décadas Gregory Bateson, "la sabiduría reside en entender los patrones que conectan". ¿Qué ocurre cuando se rompen los patrones, cuando se desconecta la creación de su origen vital: la experiencia humana?


La gran homogeneización: algoritmos que pastorean la diferencia

Los modelos generativos actuales, al entrenarse en masas colosales de datos humanos —a menudo sin consentimiento ni criterio curatorial— producen contenido estadísticamente plausible, pero espiritualmente hueco. La amenaza no radica sólo en que estos sistemas inunden la red con contenido de baja calidad; el verdadero riesgo es la atrofia de la diversidad cognitiva, el reemplazo de la pluralidad por un promedio.


Cada cerebro humano, escribe Edwards, es una máquina de conocimiento única. La IA, en contraste, tiende a replicar modelos dominantes, reforzando estéticas y narrativas ya existentes. Así como la agricultura intensiva destruyó la biodiversidad de los suelos, la generación sintética masiva podría erosionar el humus cultural del que brota la imaginación.


Copyright como ecología: tiempos de siembra y cosecha creativa

En su esencia, el derecho de autor fue concebido como un mecanismo de conservación cultural: proteger la obra del creador durante un tiempo, para luego devolverla al bien común. Era —y es— una forma de "rotación de cultivos" simbólica. Pero la extensión legislativa indefinida de los derechos, unida a la captura masiva de contenido sin licencia por parte de los modelos de IA, está alterando este ciclo. Lo que fue un acuerdo entre generaciones se ha convertido en una expropiación silenciosa de la memoria colectiva.


Frente a este panorama, Adobe parece proponer una vía alternativa: entrenar modelos solo con contenido licenciado o de dominio público. Una forma de IA "sostenible", como podría decirse, que no explota sino cultiva el ecosistema creativo. ¿Pero cuántas empresas están dispuestas a seguir este ejemplo en lugar de continuar con la minería extractiva de datos?


La contaminación invisible: spam, colapso y feedback tóxico

Lo que Edwards llama “polución digital” ya está ocurriendo: buscadores infestados de contenido mediocre, plagios algorítmicos que superan reportajes originales en los rankings, y un ciclo retroalimentado donde los modelos se entrenan con sus propios productos, perdiendo resolución con cada iteración. Ted Chiang lo ilustra con precisión al comparar a los LLM con “JPEGs borrosos de la web”: cada generación pierde un poco de nitidez, de contexto, de sentido.


Este es el verdadero abismo: que al llenar la red de contenido “fácil”, se vuelva más difícil encontrar aquello que realmente importa. Y con ello, perdamos no solo la calidad, sino la confianza en el medio. La tragedia de los comunes se reescribe ahora en clave semiótica: un colapso de lo simbólico por sobreexplotación del lenguaje.


Tecnología como pincel, no como pintor

Pero el ensayo no cae en el catastrofismo fácil. Reconoce —y debemos hacerlo también— que la IA puede ser un amplificador del genio humano, si se utiliza con criterio. No es la herramienta la que contamina, sino su uso desmedido, su falta de contexto y propósito. Así como el pincel puede pintar una pared o una obra maestra, un generador de texto puede ser una fuente de ruido o una extensión del alma.


Como bien dice Edwards, la diferencia está en la intención: cuando un artista usa una IA para iterar ideas, acelerar procesos o expandir sus límites expresivos, el resultado puede ser valioso. Pero cuando una corporación reemplaza a un equipo creativo por un prompt, lo que se degrada no es sólo la obra, sino la relación entre cultura, trabajo y dignidad.


Preservar lo humano: hacia un modelo de creatividad regenerativa

Frente a la crisis, emergen propuestas audaces. Desde sistemas de regalías automatizadas, hasta registros de exclusión para creadores, o incluso declarar ciertos modelos como bienes públicos colectivos si fueron entrenados con contenido libre. Pero más allá de lo legal y lo técnico, lo que se requiere es una ética de la regeneración cultural.


Japón lo ha entendido al designar Tesoros Nacionales Vivos: artesanos financiados por el Estado para preservar técnicas milenarias. ¿Y si adoptáramos una lógica similar para la era digital? No por nostalgia, sino por estrategia: invertir en la singularidad humana, en su capacidad de asombro, duda y creación.


El corazón de la máquina late en nosotros

La creatividad humana no es sólo una función cerebral, es una vivencia encarnada. La IA, por sofisticada que sea, carece de cuerpo, de duelo, de infancia. Sus obras pueden conmover, pero siempre por eco, nunca por origen. Lo que hoy está en juego no es el arte ni la técnica, sino la supervivencia de la chispa que convierte al dato en sentido.


Y en este punto, la pregunta no es si podemos entrenar a la IA para parecerse más a nosotros, sino si estamos dispuestos a preservar lo que nos hace irremplazables. ¿Podremos salvar el alma de la creación antes de que se diluya en un mar de simulacros?

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