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En China “Sin título, no opines”: ¿Control o responsabilidad digital?

  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura

Por: Dr. Ricardo Ignacio Prado-Hurtado

Adscripción: Coordinador Académico de la Maestría en Comunicación Integral y Transformación Social (MACITS) y Profesor Investigador del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada (CICA), Universidad Anáhuac México.


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La nueva regulación china que exige a los influencers presentar credenciales académicas antes de opinar sobre temas especializados ha generado un debate global. Desde octubre de 2025, las plataformas como Weibo, Douyin (la versión china de TikTok) y Bilibili deben verificar que los creadores cuenten con un título o licencia profesional antes de publicar contenido relacionado con medicina, derecho, educación o finanzas. Quien no cumpla con estas disposiciones podrá perder la monetización o incluso su cuenta. Además, los videos deberán citar fuentes confiables y declarar si emplean inteligencia artificial o dramatizaciones (India Today, 2025; LiveMint, 2025).


Aunque para algunos esta medida representa un avance hacia la calidad informativa, otros la ven como un mecanismo de control estatal sobre la libre expresión. Sin embargo, en un ecosistema digital saturado de junk-fluencers, es decir, influencers chatarra que difunden desinformación, teorías pseudocientíficas o consejos peligrosos bajo la fachada de expertos, esta política resulta más una vacuna preventiva que una mordaza ideológica.


China justifica la medida como una estrategia contra la desinformación y los fraudes en línea, asegurando que solo quienes “realmente saben” puedan orientar al público en temas sensibles (Economic Times, 2025). En el fondo, la norma apunta a profesionalizar la creación de contenido en campos donde la ignorancia o el lucro irresponsable pueden poner vidas en riesgo: desde supuestas curas milagrosas hasta inversiones fraudulentas. En un contexto global en el que los límites entre información, opinión y espectáculo se han desdibujado, el principio de “sin título, no opines” busca reinstaurar la credibilidad del conocimiento verificado frente al ruido de la autopromoción.


Michel de Certeau, en L’invention du quotidien (1980), plantea la distinción entre estrategias y tácticas. Las estrategias pertenecen a las instituciones y a quienes detentan el poder; las tácticas, en cambio, son las maniobras cotidianas del ciudadano común dentro de un sistema que no controla. Desde esta óptica, la medida china es una estrategia de regulación: el Estado reafirma su autoridad sobre los discursos expertos y establece las condiciones de legitimidad del saber digital. Sin embargo, también puede leerse como una invitación, quizá forzada, a redefinir las tácticas ciudadanas frente al conocimiento: ya no basta con “ser viral”, ahora hay que ser veraz.


El problema, en realidad, no es la existencia de voces alternativas, sino la simulación de autoridad. Las redes han permitido que cualquier usuario asuma un rol de especialista mediante un lenguaje de certeza performativa, filtros visuales y algoritmos que premian la seguridad por encima del rigor. Jean Baudrillard advertía en Simulacra and Simulation (1994) que vivimos en una era de hiperrealidades donde los signos sustituyen a la verdad; los influencers doctores sin título encarnan precisamente esa lógica: el simulacro del saber. Por ello, la regulación puede entenderse no como censura, sino como un intento de devolver la relación entre signo y competencia a su cauce original.


La figura del junk-fluencer representa un fenómeno contemporáneo alarmante: individuos que, sin formación ni ética, difunden desinformación sobre salud mental, nutrición, educación financiera o derecho, guiados por la búsqueda de atención y monetización. En México, por ejemplo, abundan los creadores que recomiendan suplementos, terapias o inversiones con base en experiencias personales o datos manipulados. Su alcance, amplificado por el algoritmo, produce una sensación de confianza emocional que suplanta la verificación racional. En este sentido, la norma china abre un debate urgente sobre la responsabilidad epistémica en la comunicación digital global.


¿Debe cualquier persona tener derecho a opinar libremente, incluso si su discurso puede causar daño social? La libertad de expresión no puede separarse del principio de responsabilidad. Regular no significa silenciar, sino establecer un marco ético donde la información especializada no se trivialice. Del mismo modo que se exige licencia para ejercer medicina o abogacía, debería requerirse competencia para influir en la salud, la economía o la educación del público.


Como diría De Certeau, cada táctica popular, cada gesto de resistencia o reapropiación de las redes, debe convivir con las estrategias institucionales que buscan garantizar un orden simbólico. Si la estrategia china se lleva al extremo, podría sofocar la creatividad y la crítica; pero si se aplica con transparencia y proporcionalidad, puede ser un paso hacia una ecología comunicativa más sana. En un mundo donde “lo vi en un video” se ha convertido en argumento de autoridad, exigir títulos no es un acto de represión, sino de higiene cognitiva.


Referencias

• Baudrillard, J. (1994). Simulacra and Simulation. University of Michigan Press.

• De Certeau, M. (1980). L’invention du quotidien. 1. Arts de faire. Gallimard.

• Economic Times. (2025, octubre 29). No degree, no discussion? China tightens the grip on influencers and its new law has sparked massive debate online. https://m.economictimes.com/news/international/global-trends

• India Today. (2025, noviembre 1). China now requires influencers to have degrees: could that work in India? https://www.indiatoday.in/education-today/featurephilia/story/china-influencers-need-degrees-could-that-work-in-india-2811909-2025-11-01

• LiveMint. (2025, octubre 30). China tightens the screws: Influencers now need degrees to speak on finance, health, law. https://www.livemint.com/news/world/china-tightens-the-screws-influencers-now-need-degrees-to-speak-on-finance-health-law-11761619952479.html

• Cybernews. (2025, noviembre). China’s new law requiring influencers to hold a degree is neither new nor really a law. https://cybernews.com/entertainment/china-influencer-law

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