Del control remoto al scroll infinito: cómo las redes sociales están reconfigurando el entretenimiento tradicional en México
- 1 dic
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“Uso excesivo de redes sociales y su impacto en el consumo de medios tradicionales: un análisis de los efectos en la industria del entretenimiento por el comportamiento del público en México” de Alejandra Herrera Zepeda, alumna de la Licenciatura en Dirección de Empresas de Entretenimiento en la Universidad Anáhuac México
Vivimos en una época donde un dedo puede decidir el destino de una industria. Con un simple gesto —el scroll— los usuarios de redes sociales eligen, descartan, comparten o ignoran contenidos en cuestión de segundos. Mientras tanto, los medios tradicionales, acostumbrados a programaciones rígidas y audiencias cautivas, luchan por no volverse obsoletos. En este nuevo escenario digital, comprender el comportamiento del usuario se vuelve tan relevante como producir buen contenido.
Este es el punto de partida del estudio desarrollado por Alejandra Herrera Zepeda, quien, a través de un cartel de investigación riguroso, presenta una radiografía crítica del uso excesivo de redes sociales en México y su impacto directo en el consumo de medios tradicionales como la televisión, la radio o el cine. Su propuesta no es simplemente estadística ni nostálgica, sino un análisis estructurado que vincula teoría, datos y transformación cultural. El trabajo apunta a un debate central para comunicadores, productores, académicos y estrategas de medios: ¿están los medios tradicionales listos para reinventarse o quedarán desplazados en la era del algoritmo?

Una transformación irreversible: de lo analógico a lo algorítmico
La investigación parte de una constatación ineludible: el consumo de redes sociales ha alcanzado niveles masivos, especialmente entre los jóvenes mexicanos de entre 18 y 35 años. El 82% del tiempo total de consumo mediático se dedica ya a plataformas digitales, lo que equivale a más de 25 horas semanales, en contraste con las apenas 7.2 horas dedicadas a medios tradicionales.
Este fenómeno no es superficial ni transitorio. Implica un cambio estructural en la lógica de consumo, donde la personalización, la inmediatez y la participación son los nuevos estándares. Las audiencias ya no se conforman con ser receptoras pasivas: quieren decidir, comentar, editar, y sobre todo, sentirse parte de la narrativa.
En este sentido, la autora recupera tres teorías fundamentales para comprender el fenómeno:
Teoría de los Usos y Gratificaciones (Katz et al., 1973): que explica cómo los usuarios seleccionan los medios que mejor responden a sus necesidades emocionales, sociales o informativas. El 72% de los encuestados confirmó que prefieren las redes por su capacidad de ofrecer contenido inmediato y a la medida.
Teoría de la Dependencia de Medios (Ball-Rokeach & DeFleur, 1976): que revela cómo la relevancia de un medio disminuye cuando ya no cumple una función significativa en la vida cotidiana. En este estudio, el 55.6% consume menos de una hora semanal de televisión, y un 57% de radio, lo que demuestra el debilitamiento de estos formatos frente al ecosistema digital.
Teoría de la Convergencia Cultural (Henry Jenkins, 2006): que destaca la fusión entre medios tradicionales y nuevos formatos digitales. Sin embargo, la autora señala que esta convergencia, en México, ha sido superficial, limitada a simples adaptaciones (clips, resúmenes) sin una propuesta realmente interactiva o innovadora.
El algoritmo como nuevo programador: personalización, adicción y polarización
Uno de los puntos más reveladores de la investigación es el papel central de los algoritmos como curadores invisibles de la experiencia mediática. El 66.4% de los encuestados admite que sus decisiones de consumo están fuertemente influenciadas por algoritmos, los cuales determinan qué contenido aparece en su feed, qué videos se recomiendan o qué series se vuelven virales.
Este poder de personalización ha creado una relación de alta dependencia con las plataformas. El 34.9% de los usuarios pasa más de seis horas diarias en redes sociales, mientras otro 34.9% las usa menos de una hora, lo que sugiere una polarización en los hábitos digitales, posiblemente asociada a diferencias generacionales, educativas o socioeconómicas.
Además, la presencia de inteligencia artificial en la selección de contenidos ha enriquecido la experiencia para muchos usuarios. El 36.4% considera que la IA ha mejorado el consumo mediático, personalizando recomendaciones, acortando la búsqueda y optimizando el tiempo frente a la pantalla.
El medio tradicional como espectador de su propia crisis
En contraste con esta explosión de dinamismo digital, los medios tradicionales parecen haber adoptado una actitud pasiva, cuando no defensiva. El estudio muestra que solo el 13.2% del interés digital se captura con estrategias digitales provenientes de medios tradicionales, evidenciando un desfase preocupante.
Este dato no solo confirma el diagnóstico de Manuel Castells sobre la necesidad de un nuevo paradigma comunicacional (2009), sino que plantea una urgencia práctica: los medios que no entiendan esta transformación, desaparecerán.
El caso más extremo es el del cine. Según el cartel, el consumo promedio de cine es de una hora semanal, un indicador que evidencia el desplazamiento del formato por opciones más ágiles como el streaming, los contenidos breves (reels, shorts, TikToks) o incluso los podcasts. Esto obliga a repensar la sala como espacio ritual: ¿cómo podemos resignificar la experiencia presencial del cine para competir con la lógica del entretenimiento inmediato?
Propuestas emergentes: hacia un entretenimiento híbrido e inteligente
Ante este panorama, la autora no se limita a diagnosticar la crisis: propone alternativas viables. Entre las estrategias emergentes que identifica se encuentran:
Producción de contenido transmedia: crear universos narrativos que crucen distintos formatos (películas, redes, videojuegos, merchandising, etc.), generando una experiencia extendida y participativa.
Integración de IA y big data: no solo para personalizar recomendaciones, sino para diseñar contenido en función de preferencias reales y patrones de interacción.
Experiencias híbridas: combinar lo presencial con lo digital. Por ejemplo, proyecciones en sala acompañadas de votaciones en tiempo real, preguntas interactivas o narrativas gamificadas.
Rediseño de modelos de negocio: alejándose de la monetización tradicional (publicidad masiva, ratings) y explorando modelos freemium, suscripciones, contenido por demanda o microtransacciones dentro de entornos virtuales.
Estas propuestas no son utópicas: ya están en marcha en países como Corea del Sur, Estados Unidos o Brasil. El reto es que en México puedan implementarse con enfoque local, sensibilidad cultural y visión estratégica.
¿Qué está en juego?: cultura, industria y ciudadanía digital
Este estudio también nos obliga a pensar más allá de lo mercadológico. Lo que está en juego no es solo el futuro de la televisión o del cine, sino el tipo de ciudadanía digital que estamos formando.
Si las audiencias crecen creyendo que la información debe ser instantánea, que la narrativa dura 15 segundos y que la interacción es solo un emoji, corremos el riesgo de trivializar la cultura, empobrecer la crítica y fragmentar la memoria colectiva.
Por eso, Alejandra Herrera apuesta por una visión equilibrada. Su investigación no demoniza las redes sociales, pero sí exige una alfabetización mediática integral: entender cómo funcionan los algoritmos, reconocer nuestras propias burbujas de filtro, y aprender a elegir contenido no solo por su viralidad, sino por su profundidad, valor cultural y capacidad de interpelación ética.
Scroll o extinción
El cartel de Alejandra Herrera Zepeda representa una advertencia y una invitación. La advertencia es clara: los medios tradicionales que no se adapten al entorno digital morirán de irrelevancia. Pero la invitación también lo es: quienes logren repensar sus formatos, estrategias y lenguajes, no solo sobrevivirán, sino que liderarán la nueva era del entretenimiento y la información.
La pregunta no es si debemos competir con las redes sociales, sino cómo coexistir, cómo aprender de ellas sin perder profundidad, cómo traducir lo mejor del cine, la radio o la televisión a una nueva ecología mediática que exige inmediatez sin renunciar al sentido.
En definitiva, el futuro no pertenece al medio más ruidoso, sino al más significativo. Y como demuestra esta investigación, los datos están sobre la mesa, el cambio ya comenzó, y el tiempo para actuar es ahora.




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