Rosalía, Simone Weil y el regreso a lo espiritual
- hace 2 días
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Por Eduardo Portas Ruiz // Profesor investigador del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada (CICA) de la Universidad Anáhuac México
En X: @EduPortas
Rosalía es, sin duda, una de las estrellas de música pop más importantes del momento.
Tan solo en Spotify, la catalana de 33 años tiene casi 39 millones de oyentes mensuales (seguidores), y sus canciones individuales (plays) suman 12 mil 300 millones de visitas, de acuerdo con Music Metrics Vault.
Las ciudades en más se encuera a la cantante catalana son Madrid, Santiago, Bogotá, Barcelona y Ciudad de México, siendo esta última la más le aporta escuchas (casi un millón) y por si tenían la duda, su canción “Despechá” (2022) es la más popular de todas (¡mil 230 millones de reproducciones!).

Su nuevo disco, Lux, integra las posturas de una diversidad de mujeres que admira. Por mencionar algunas, se incluyen referencias directas e indirectas de Santa Olga de Kiev, Hildegarda de Bingen, Santa Rosalía de Palermo, Juana de Arco, Santa Rosa de Lima y Simone Weil.
Fue esta última la que más inquietud causó entre sus fanáticos, quienes poco después de conocer a esta pensadora francesa de la primera mitad del siglo XX se enteraron que también ha sido retomada por el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han.
Parecería que Weil es la nueva referencia obligada del mundo creativo. En el caso específico de Rosalía, las copias del álbum físico de Lux incluyen la frase “El amor no es consuelo, es luz”, la cual se incluye en la obra póstuma La gravedad y la gracia (1947).
(El LP también incluye la frase impresa “Ninguna mujer pretendió nunca ser Dios” de la poeta y mística sufí Rabi’A Al-Adawiyya, pero esa es harina de otro costal).
Como escribí en este espacio hace unos días, la obra de Weil es profunda y compleja. Sus palabras sobre la atención y la oración son un bálsamo para la sociedad tecno-obsesionada en la que vivimos.
Pero en el disco de Rosalía, la referencia habla de una búsqueda mucho más profunda cuando se toma en cuenta la hechura musical y la ambición que demuestra la cantante para dejar atrás la versión de Motomami que causó más de una discusión en las comidas familiares de las culturas hispanoamericanas, generalmente conservadoras, por el choque generacional inevitable que queda manifiesto en sus entregas anteriores.
La Rosalía de Lux no retomó las referencias de pensadoras de gran calado por razones performativas. Es imposible no admirar la belleza de las canciones que apuntan hacia algo mucho más elevado que lo puramente funcional de un ritmo atractivo.
De ahí que el último disco de Rosalía quiera decirnos algo más sucinto, entre líneas, que acoge a toda su generación y muy probablemente a las que le siguen: el enorme vacío espiritual que reside en las capas urbanas que sustituyeron la mirada del otro por el teléfono celular.
Cuando Weil se refería a la gracia hacia alusión justamente a esa sensación que eleva al ser humano sobre lo mundano. Rosalía retoma esa idea y lo manifiesta en sus canciones. Esto es marcadamente obvio y bello.
Su generación de mujeres jóvenes, aquellas que se encuentran en la curva más vieja de los millenials y comparten mucho con la Z han sufrido el exceso digital más que ningún otro grupo.
Como hemos dicho en este espacio, las mujeres jóvenes son las más afligidas por el uso excesivo de dispositivos digitales tanto en México, como yo mismo lo he investigado, como en otras partes del mundo. En promedio, estamos hablando de unas 8 horas de uso diario de internet, del cual la mitad, más o menos, corresponde a las redes sociales.
Ya en las redes sociales el calificativo es importante, por mucho, las mujeres jóvenes pasan más tiempo en Instagram y TikTok consumiendo videos cortos. Tan solo en TikTok, de acuerdo con mis propias investigaciones, el promedio de videos consumidos diariamente por mujeres mexicanas ronda los 120.
Todos los otros grupos poblacionales lo hacen, cierto, pero ninguno como las mujeres jóvenes del grupo etario en el cual se encuentra Rosalía.
Esa marca generacional encuentra un grito desesperado en Lux, pues no existe un solo indicio en el mundo real que apunte hacia un mejor consumo de redes sociales, ni en mujeres jóvenes ni en ningún otro grupo. ¿Será la voz de Rosalía suficiente para revertir la marea?
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¿Quién es Simone Weil y por qué la retoma Byung-Chul Han en su último libro?



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