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Lic. Fabianne Gutiérrez Hallmann

  • hace 12 horas
  • 3 Min. de lectura
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(Licenciatura en Comunicación, Generación 2020)

Universidad Anáhuac México

Community Manager


"Nunca imaginé que la Comunicación me elegiría antes de que yo la eligiera a ella.


Curiosamente nací el Día del Comunicólogo, pero no lo supe hasta que alguien me llamó para felicitarme… no por mi cumpleaños, sino por ese día. Y aunque suene curioso, ahí entendí que quizá no era casualidad: que tal vez la vida me estaba diciendo que nací para comunicar antes de que yo misma lo descubriera.


Decidí tomármelo como señal y dedicarme a lo que yo pensaba que pudiera ser mi propósito de vida. Al principio no sabía si tenía algo especial para esto. Tenía curiosidad, sí, pero no una certeza absoluta. Esa confianza llegó después, cuando mis profesores empezaron a detenerse en mis textos, a señalar detalles que yo creía irrelevantes, a mostrarme que tenía una forma particular de observar y de escribir. Ellos plantaron una semilla que cambió todo: la idea de que sí podía hacer algo valioso desde la comunicación.


Siempre he creído que la vida cambia cuando alguien te reconoce. Para mí, estudiar Comunicación significó precisamente eso: descubrirme a través de las miradas de quienes confiaron en mí antes de que yo misma supiera hacia dónde iba. Y todo comenzó con mis profesores.


Con el tiempo, no solo estudié Comunicación: la viví. Una de las decisiones que más marcó mi camino fue postularme para ser Presidente de la Sociedad de Alumnos de Comunicación. No lo hice por un cargo; lo hice porque quería ser alguien para mi comunidad, alzar la voz, proponer, intentar que las cosas pasaran… y también pasarla bien. Lo hice con miedo, sin saber cómo se “debía” hacer, y aun así hubo personas que confiaron en mí desde el primer momento, incluso cuando yo estaba en campañas sin entender del todo el mundo al que me estaba metiendo.


Ahí conocí a mis mejores amigos: personas talentosas que me enseñaron más de liderazgo que cualquier libro. Con ellos construí proyectos que realmente significaron algo para nosotros y para la carrera.


Uno de los que más recuerdo es el panel “¿Qué pasa con Qatar?” donde tuvimos la oportunidad de traer a periodistas reconocidos en el mundo del deporte para hablar sobre el mundial que se aproximaba ese año. No solo salió increíble; recibió el premio a Mejor Proyecto Académico por parte de la Federeación de Sociesdades de Alumnos (FESAL). Para mí, ese reconocimiento fue la prueba de que todo el esfuerzo había valido la pena.

Que lo que hacíamos sí tenía impacto. Y claro, también están los recuerdos más simples: regalar pan de muerto, planear actividades, improvisar soluciones… y sentir que éramos un equipo. Mucho de eso solo fue posible gracias a profesores y a nuestro coordinador, que decidió apostar por nosotros y por nuestras ideas.


Y aun así, de todo este camino, lo que más me llevo son mis profesores. No solo por lo que enseñaron, sino por cómo lo hicieron. Me dieron criterios, perspectiva, paciencia. Me enseñaron a pensar antes que a producir, a cuestionar antes que repetir, a no quedarme con la primera versión de nada. Ellos vieron en mí una versión que yo todavía no alcanzaba a ver. Sí, me llevo la teoría, las metodologías y los cuadernos llenos. Pero lo más valioso no cabe en apuntes. Me llevo conversaciones que me cambiaron la mirada. Me llevo la certeza de que la comunicación puede transformar realidades. Y me llevo la seguridad de que un profesor sí te puede cambiar la vida.


Termino esta etapa con una certeza: estudiar Comunicación me dio una manera de entender el mundo. Una forma de leerlo, de cuestionarlo y de narrarlo. Y todo lo que aprendí se queda conmigo como una herramienta para lo que viene.


No cierro este capítulo mirando atrás, sino hacia adelante, agradeciendo a todos los que hicieron posible que hoy camine con una voz más propia, una mirada más despierta y la absoluta convicción de que, al final, sí nací para esto".


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