Lic. Emma Laura Amaya Elizondo
- 1 ago
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(Licenciatura en Comunicación, Generación 2016)
Grupo Amaya Astron
Analista de Recursos Humanos
“A lo largo de la vida, vamos teniendo experiencias y aprendizajes que van marcando el rumbo, y llegas a un punto en el que volteas hacia atrás y te das cuenta de que el gran factor que te llevó a donde estas ahora no fue un ¿por qué hago las cosas…?, sino un ¿para qué hago las cosas?
Y justo es aquí donde nace una verdadera razón por la cual te encuentras en el lugar correcto haciendo lo que más te gusta hacer. Y es justo aquí donde me trajo mi carrera de Comunicación en la Universidad Anáhuac.
Mi experiencia en la Universidad Anáhuac fue profundamente integral, una etapa que marcó tanto mi formación profesional como mi crecimiento personal.
Desde lo académico, tuve la fortuna de aprender de grandes profesores que no solo transmitían conocimiento, sino que también motivaban a pensar estratégicamente y con propósito. Me especialicé en Comunicación Organizacional, y fue ahí donde descubrí mi verdadera vocación: crear entornos laborales más humanos, donde las personas puedan desarrollarse plenamente y alcanzar su mejor versión, lo que naturalmente se traduce en mayor productividad.
La Anáhuac me enseñó a pensar fuera de la caja, a ver más allá de lo evidente y a buscar soluciones que mejoren la vida de las personas dentro de las organizaciones. En un mundo tan cambiante como el actual —marcado por entornos VUCA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos)— no nos queda más que adaptarnos y evolucionar constantemente.
Hoy, más que nunca, la digitalización y la integración de la inteligencia artificial se han vuelto claves para avanzar, y contar con las herramientas adecuadas para cada entorno es esencial. La pandemia fue un punto de quiebre que puso a prueba nuestra capacidad de adaptación, obligándonos a actuar con lo que teníamos y a encontrar comodidad en medio de la incomodidad. Esa experiencia reforzó en mí la importancia de ver los retos como oportunidades para innovar y crecer. Pero también, tener el tacto humano para conectar, escuchar y liderar con sentido.
Con el objetivo de seguir creciendo y aportar mayor valor estratégico, cursé un máster en Dirección de Recursos Humanos y Gestión del Talento en Madrid. Esta etapa fue profundamente enriquecedora, no solo por el nivel académico, sino por la oportunidad de compartir espacio con profesionales de diferentes países y sectores. Fue una etapa de gran aprendizaje que complementó mi formación y me impulsó a seguir buscando formas de aportar valor real al desarrollo del talento dentro de las organizaciones.
Actualmente me desempeño como Analista de Recursos Humanos en Grupo Amaya Astron, la cual ya lleva más de 70 años siendo líder en el mercado en la fabricación y comercialización de asientos para autobuses, donde he tenido la oportunidad de desarrollarme profesionalmente durante los últimos cinco años.
Me gusta hablar de esta experiencia laboral porque es una etapa dentro de mi carrera profesional que ha sido una verdadera escuela: me ha enseñado que tanto los procesos como las culturas organizacionales y las personas deben transformarse constantemente para alcanzar nuevos niveles de desempeño.
Me dedico a crear espacios donde la comunicación interna fluya de forma orgánica y concisa, a la creación de campañas para capacitaciones que ayuden a la gente en desarrollar sus habilidades blandas y técnicas, así como también llevar el proceso de reclutamiento y selección de forma inclusiva en todos los sentidos para que se sientan cómodos desde su primera instancia.
En un entorno laboral tan cambiante como el actual, donde la incertidumbre forma parte del día a día, he visto cómo procesos, culturas y personas deben evolucionar para mantenerse relevantes y seguir creciendo.
Hoy más que nunca creo en el poder de las personas como el verdadero motor de cualquier organización. Por eso, mi vocación sigue siendo clara: construir entornos laborales más humanos, flexibles y sostenibles, donde el talento pueda florecer incluso en medio de la incertidumbre. Porque, como siempre digo: sin gente feliz, no hay empresas sólidas. Y por eso, cada paso que doy está guiado por el compromiso de crear entornos donde las personas puedan desarrollarse, sentirse valoradas y encontrar propósito en lo que hacen”.




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