Los incels en México y el factor redes sociales
- 29 sept
- 4 Min. de lectura
Por Eduardo Portas Ruiz // Profesor investigador del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada (CICA) de la Universidad Anáhuac México
Hace unos días la capital del país fue conmocionada por el asesinato de un menor de edad de 16 años en el plantel educativo CCH Sur, el cual forma parte del sistema UNAM. El autor, a diferencia de otros muchas personas que brotan todos los días en el museo de los horrores de las notas rojas citadas, fue un joven de 19 años llamado Lex Ashton que pertenece al grupo de los llamados incels.
Para aquellos que no conocen el término, un incel es uno de los muchos anglicismos y neologismos importados que se refieren a un grupo en específico de tantas subculturas que utilizan internet para ganar adeptos en el mundo virtual. En inglés, la abreviación significa “involuntary celibate” o célibe involuntario, es decir, una persona que no logra socializar con las mujeres o mantener relaciones afectivas con ellas.
El término fue popularizado en Estados Unidos desde el año 2014, cuando una persona llamada Elliot Roger mató a seis personas e hirió a otras 14 en Isla Vista, California, por sus frustraciones sexuales. El joven de 22 años se suicidó después de los asesinatos, no sin antes dejar un video en YouTube con una serie de afirmaciones radicalmente misóginas. Además, envío un manifiesto de más de 130 cuartillas a varias personas cercanas explicando las razones de su odio contra las mujeres.

El estadounidense, llamado “Saint Elliot” por la comunidad incel, fue el pionero de la actividad incel en la era de las redes sociales. Esta “misoginia terrorista” se ha replicado en distintos países tras sus violentos actos.
Ahora, más de 10 años después, el mexicano Lex Ashton fundamentó sus ataques en los postulados de la ideología incel, la cual establece, palabras más, palabras menos, que solo un grupo de hombres con ciertas características monetarias y físicas puede acceder a socializar con mujeres de manera natural. Para todos los demás, el rechazo femenino es la norma, lo cual solo agrava su excesivo resentimiento contra ellas.
Esto lo sabemos porque el homicida dejó testimonio de su pensamiento en al menos un grupo de Facebook: “Ya estoy harto de este mundo, nunca en mi p*ta vida he recibido el amor de una mujer y la neta me duele, me duele saber que los chads pueden disfrutar de las foids y yo no, yo ya lo he perdido todo, no tengo trabajo ni familia ni amigos, no tengo motivos para seguir con vida, no pienso irme solo, voy a retribuir a todas esas malditas y todos lo van a ver en las noticias”.
Durante años los expertos mexicanos aseguraron que los incels eran un fenómeno más que nada anglosajón, definidamente primermundista, dadas las características deshumanizantes de esas sociedades. La familia mexicana, alegaban, hacía impermeable a nuestro país de estas tragedias.
La realidad, tristemente, demostró otra cosa. El vector que incrementó la posibilidad de un ataque de este tipo no fue la posible desintegración familiar, lo cual es por demás difícil de analizar, sino el aumento de uso de las redes sociales en los grupos jóvenes mexicanos.
Desde 2014, el número de horas que las personas pasan todos los días en internet ha rondado las 6 horas y media (WeAreSocial, 2025). En México se estima en unas 7 horas y media, dependiendo de la fuente que se consulte (la pandemia vio estos índices subir de manera generalizada).
El aumento en el uso de redes sociales ha sido mucho más notable. En el 2014, una persona pasaba una hora y 45 minutos, en promedio, en sus redes sociales, pero en 2024 esa cifra creció a dos horas y 21 minutos (WeAreSocial, 2025).
En México, el tiempo de uso promedio de las redes es de 3 horas con 12 minutos, lo que coloca al país en el top ten mundial, en donde Kenia suma unas impresionantes 4 horas y 13 minutos como promedio de uso de redes sociales diarias (WeAreSocial, 2025).

El uso de redes sociales, sin embargo, es mucho más intenso en grupos juveniles. Como se ha documentado en este espacio, tan solo a TikTok, el joven mexicano promedio le dedica unas 2 horas y media todos los días. A eso se deben sumar YouTube, Facebook, Instagram, y WhatsApp, como mínimo. Nuestros estudios colocan en unas 4 horas y 30 minutos el uso diario de redes sociales en grupos juveniles mexicanos.
En el caso de Lex Ashton, dada la naturaleza porosa de las redes sociales, es probable que también se hayan usado grupos de Telegram para comunicar sus intenciones con otros integrantes de la red incel, en vista de las mejores prestaciones de seguridad de esa aplicación.
El tema no es menor. El conglomerado de toxicidad desemboca en círculos de odio que de la pantalla avanzan al mundo real. Estos ambientes extremos se filtran con otros prejuicios y sesgos personales, lo que desemboca en tragedias difíciles de imaginar por la deshumanización del atacante.
Uno de los grupos de incels mexicanos en Facebook lo sintetiza de manera escalofriante, de acuerdo con el semanario Proceso:
“Estas acciones buscan generar conciencia sobre nosotros los incels, de tanta injusticia que se vive el día a día sobre mujeres y sus estándares. El asesinato del alumno es totalmente justificable, ya que es una manera de que la sociedad nos deje de reprimir tanto y no seamos discriminados ni perseguidos. Es totalmente justificable y no tiene nada de malo, ya que las mujeres nos reprimen muchas veces, pero su movimiento feminista no es más que una carga inútil para la sociedad”, explica la pantalla de bienvenida de ese grupo.
En síntesis, los incels ya están aquí. Sería pasmoso ignorar su presencia y peor aún dejar sin resolver esta crisis juvenil que empuja a millones de jovenes detrás de una pantalla que refuerza ideologías misóginas extremas.
El reporte sobre uso de redes sociales en México se encuentra aquí
La nota del semanario Proceso aquí


Comentarios