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Guía: Automatización

  • 29 abr
  • 3 Min. de lectura

Automatización de correos: entre la eficiencia invisible y la alquimia del vínculo humano



Por: Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo

Human & Nonhuman Communication Lab, Facultad de Comunicación, Universidad Anáhuac México


En la época de las máquinas silenciosas y omnipresentes, donde la interacción humana se destila en pulsos de datos y algoritmos de predicción, el email marketing —esa forma de comunicación nacida en los albores de Internet— renace con fuerza. Pero no como una carta digital romántica ni como un puente epistolar; hoy, el correo electrónico automatizado es un arte invisible de influencia, una maquinaria diseñada para modular deseos, expectativas y comportamientos en tiempo real.


La "Guía de Mejores Prácticas en Email Marketing 2021" sobre automatización, nos revela no solo técnicas de segmentación o personalización, sino también el rostro filosófico de una nueva forma de comunicación comercial: una que busca ser omnisciente, predictiva, casi oracular​Automatizacion (1).


De la palabra viva al flujo automatizado: el nuevo pacto simbólico

Enviar un email ya no significa únicamente redactar un mensaje: significa diseñar un flujo de vida digital. La guía describe cómo los correos electrónicos automatizados logran:


  1. Incrementar en 70.5% las tasas de apertura.

  2. Aumentar en 152% los clics.

  3. Multiplicar por 6 la rentabilidad cuando son personalizados


Pero ¿qué subyace a estas métricas brillantes? Una mutación del significado de la comunicación: de diálogo a secuencia programada; de espontaneidad a cálculo probabilístico.


Como bien planteaba Byung-Chul Han (2014) en La sociedad de la transparencia, el acto de comunicar en la era digital ya no busca comprender al otro, sino preverlo, rastrearlo, mapearlo. El contacto humano es transformado en "contacto de datos".


El arte de la segmentación: anatomía del otro como dato

El corazón de esta nueva alquimia reside en la segmentación dinámica: contactos que se reconfiguran automáticamente según sus comportamientos —si abren o no correos, si compran o abandonan carritos, si cumplen años o si simplemente se alejan​Automatizacion (1).


Se trata de construir una imagen líquida y fluctuante del cliente, donde:


  1. Su historial de navegación dicta su perfil de consumo.

  2. Su nivel de lealtad modula el contenido que recibe.

  3. Sus silencios (no abrir correos, no comprar) activan campañas de reactivación.


Aquí la comunicación se vuelve un espejo que no refleja lo que somos, sino lo que los algoritmos piensan que podríamos ser. Un ser humano reconstruido a partir de huellas de interacción.


La paradoja de la personalización: más cercanos, más distantes

La promesa de la automatización es una relación más personalizada, más relevante, más cercana. Sin embargo, en esta hiperpersonalización latente se esconde la gran paradoja: nunca hemos hablado tanto y escuchado tan poco.


Automatizar no es necesariamente humanizar.

Hacer relevante un mensaje no implica comprender el contexto de vida que atraviesa a cada destinatario.


Como afirmaba Levinas (1961) en Totalidad e infinito, la verdadera responsabilidad ética ante el otro surge del rostro desnudo, de esa exposición radical al misterio del prójimo. Y no hay flujo de automatización, por refinado que sea, capaz de replicar esa apertura genuina al ser del otro.


La automatización del email marketing es, sin duda, una proeza técnica y estratégica.

Pero también nos interpela:

¿cuánta humanidad estamos dispuestos a sacrificar en nombre de la eficiencia?

¿Queremos clientes que reaccionan o ciudadanos que dialogan?


Tal vez la verdadera innovación no consista en enviar más correos automáticos, sino en diseñar ecosistemas de comunicación más éticos, más lentos, más humanos.


Te invitamos a revisar la guía completa en la siguiente liga:

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