Deepfakes y Desinformación: Análisis de la Tendencia en Google Trends México
- 24 jun
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1) Introducción: de la desinformación a los deepfakes
En la era digital, la desinformación ha evolucionado desde contentamientos simples —como las noticias falsas— hasta sofisticadas técnicas de manipulación mediática. La clasificación actual distingue entre:
Misinformation (información errónea sin intención maliciosa),
Disinformation (contenido falso intencional),
Malinformation (verdades usadas para dañar),
y deepfakes, que utilizan IA para generar videos y audios hiperrealistas que simulan realidades inexistentes.
Esta tendencia es una amenaza creciente. El costo global de la desinformación alcanza los €78 000 millones al año, según estimaciones de 2019.
Operativos de desinformación se han detectado en al menos 70 países. De igual forma, encuestas de la UNESCO (2023) muestran que 85 % de los usuarios temen la desinformación en línea y 87 % considera que ya ha dañado la política de sus países. La OMS reporta que la mitad de las publicaciones sobre vacunas incluyen desinformación, afectando directamente la salud pública.
2) Guerra cognitiva y emocional en la comunicación
Los deepfakes son herramientas de guerra cognitiva —distorsionan la percepción de la realidad— y guerra emocional, ya que activan emociones instintivas como miedo u odio para motivar acciones o polarizar comunidades. Estas estrategias forman parte de una guerra híbrida que abarca tierra, mar, aire, espacio y cyber/información, donde fijar la narrativa puede significar controlar procesos decisionales clave.
FIMI (Foreign Information Manipulation and Interference)
Se refiere a formas de manipulación informativa extranjera que, aunque no siempre ilegales, pueden afectar profundamente los procesos democráticos. Rusia lidera este campo, con campañas como Secondary Infektion (2014–20), que originaron 300 sitios web con más de 2 500 contenidos falsos en 7 idiomas. Otras como Portal Kombat, Storm‑1516 o Overload operan con objetivo electoral o estratégico, usando IA para generar deepfakes o interceptar medios .
Actores como Rusia (RT, Sputnik con presupuesto de USD 2 000 mm en 2022), China y también Irán, Venezuela, Corea del Norte y otros, operan redes de desinformación a nivel global.
3) Implicaciones en comunicación y entretenimiento
En el entretenimiento, los deepfakes provocan asombro y desconcierto. Sin embargo, en la política y medios pueden ser devastadores. Un deepfake viral puede impulsar narrativas falsas, sembrar discordia y minar la confianza en instituciones democráticas. Los algoritmos de redes sociales, enfocados en engagement, amplifican esta desinformación, generando una realidad mediática fracturada y volátil.
4) Rol del comunicador, alfabetización y FIMI
Ante este escenario, el comunicador tiene un papel central en:
Educación mediática (FIMI): formar audiencias críticas y capaces de identificar contenido manipulado.
Ética profesional: priorizar la verificación de fuentes y transparencia en la creación y difusión de contenidos.
Colaboración con fact‑checkers y plataformas digitales para contrarrestar narrativas falsas.
UNESCO alerta que 62 % de creadores de contenido no verifican sus fuentes antes de compartir. La alfabetización mediática proactiva es, por lo tanto, un imperativo democrático.
5) Regiones en México y tópicos relacionados
Google Trends muestra que el interés en deepfake crece especialmente en CDMX, Jalisco, Nuevo León y Estado de México. Los tópicos más buscados incluyen:
“cómo detectar un deepfake”
“deepfake en elecciones”;
“video falso con IA”
“ejemplos de deepfake en redes sociales”.
Esto evidencia una población consciente y preocupada por la autenticidad de la información digital.
6) Evolución histórica de la búsqueda
Google Trends (término deepfake) en México revela un crecimiento sostenido desde 2020, con picos durante campañas electorales, escándalos mediáticos y alertas internacionales. El interés ya no es anecdótico: se consolida como una inquietud pública permanente y en aumento.
7) Cuestionamientos éticos y riesgos para el comunicador
Los deepfakes plantean dilemas éticos profundos:
Consentimiento: ¿es aceptable reproducir rostros o voces sin autorización?
Transparencia: ¿deben declararse los contenidos generados con IA?
Daño reputacional: un comunicador puede ser víctima o propagador de desinformación sin saberlo.
Regulación: ¿cómo equilibrar la libertad de expresión con el derecho a la verdad? Las intervenciones regulatorias deben proteger sin censurar.
8) Conclusiones
Los deepfakes representan la tiranía visual de la postverdad: lo que parece real no necesariamente lo es. Frente a ello, se erige la responsabilidad del comunicador como salvaguarda democrática. Solo con ética, alfabetización mediática y una cultura crítica, será posible preservar la confianza, la verdad y la cohesión social.
Referencias
Costo global de la desinformación: €78 000 mm / USD 78 000 mm anuales blog.factal.com+3mediapost.com+3iresearchservices.com+3.
Campañas en al menos 70–81 países unesco.org+7asisonline.org+7business-standard.com+7.
85 % preocupados, 87 % que han visto daño político asisonline.org+3unesco.org+3business-humanrights.org+3.
OMS: 51 % publicaciones sobre vacunas con desinformación (dato de contexto).
UNESCO: 62 % creadores no verifican contenido arxiv.org+11unesco.org+11theguardian.com+11.
Operaciones de FIMI: Secondary Infektion, Portal Kombat, Storm‑1516, Overload (contextual).




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